miércoles, 5 de diciembre de 2012

He bebido de las aguas del olvido


A mitad de sagrado bosque, seguía el camino iluminado
Maravillado por las cosas que parecían para mí ofrecidas
Descubrí el Leteo y el Eunoe, mi espíritu sentía extasiado

¡Bebe! Me instó Matelda, mujer de mirada fulgorosa
Como sólo aquella a la que amo resplandecer podría
Así lo hice, bebí  para hallar la verdad esplendorosa

¡Sagrado cáliz! Que a mi alma vida nueva has otorgado
Al instante olvidaba mis  angustias, los temores, las nostalgias
Virtud renovadora, claridad desconocida, nada era imaginado.


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